Beato Juan Nepomuceno Zegrí y Moreno

Juan Nepomuceno Zegrí y Moreno, fundador de la Congregación de las Hermanas Mercedarias de la Caridad, nació en Granada, el 11 de octubre de 1831, en el seno de una familia cristiana. Sus padres, don Antonio Zegrí Martín y doña Josefa Moreno Escudero, le dieron una esmerada educación, forjaron su rica personalidad en los valores humano/evangélicos. Valores que le otorgaron una elegancia natural y una capacidad de relación entrañable y cercana para con todos.

Después de cursar sus estudios, se ordena sacerdote en la catedral de Granada el día 2 de junio de 1855, e impactado por los problemas sociales y por las necesidades de los más desfavorecidos, siente el llamado a fundar una congregación religiosa para liberar a los seres humanos de sus esclavitudes. La funda en Málaga, el 16 de marzo de 1878, bajo la protección e inspiración de María de la Merced, la peregrina humilde de la gratuidad de Dios.

Fue un hombre de Dios y del pueblo, testigo y profeta de la ternura y de la misericordia de Dios, mártir de la caridad redentora. Su vida estuvo marcada por una profunda fe y un ardiente amor a los más necesitados; fue el origen de una obra que trascendió su tiempo. Su visión evangélica y su entrega generosa dieron vida a la congregación, a la que destinó a llevar consuelo, justicia y esperanza allí donde la caridad se hacía más urgente.

Hijo fiel de la Iglesia, y bajo el signo de la obediencia de la fe, como entrega de una vida, muere un 17 de marzo de 1905 en la ciudad de Málaga, solo y abandonado, como él había decidido morir; a ejemplo del Crucificado, fijos los ojos en el autor y consumador de nuestra fe.

Dios Padre, por su Espíritu, le regaló la vocación sacerdotal para servir a los seres humanos con el Evangelio de la caridad redentora.

Hombre, Cristiano y Fundador

Como hombre, fue íntegro, equilibrado y coherente; responsable, decidido, abierto a la vida y a las relaciones. Buen comunicador y amigo leal de sus amigos..

Como cristiano, se mantuvo fiel al misterio pascual de Cristo, con quien se configuró hasta sufrir un verdadero martirio del corazón.

Como fundador, dio la vida por su obra en silencio y soledad, desde un desierto no deseado pero amado, introduciendo a toda la Congregación en un camino de comunión como signo de adhesión al Evangelio y al carisma recibido del Espíritu.

El anhelo más profundo de su corazón-el carisma recibido como don del Espíritu- para el bien de la Iglesia y de la humanidad, fue:

«Curar todas las llagas, remediar todos los males, calmar todos los pesares, desterrar todas las necesidades, enjugar todas las lágrimas, no dejar, si posible fuera en todo el mundo, un solo ser abandonado, afligido, desamparado, sin educación religiosa y sin recursos» const.4

Soñaba, como Jesús, con pasar haciendo el bien a la humanidad, en Dios, por Dios y para Dios, dejándose interpelar por las necesidades de los más pobres, de quienes deseaba ser providencia visible. Probado como oro en el crisol y enterrado como grano de trigo en el surco de la tierra, elaboró una rica espiritualidad sustentada en tres pilares:

  • La caridad redentora, para beneficiar a la humanidad y servir a los pobres el Evangelio del amor y la ternura divina.
  • El amor y la entrega a Jesucristo Redentor en su misterio pascual, asociándonos a su obra redentora por medio de su Cuerpo, que es la Iglesia.
  • El amor a María de la Merced, con la que hacemos el camino de discipulado, mirándonos en Ella como paradigma de la mujer nueva al servicio del Reino.

Virtudes Cristianas

Vivió e hizo suyas todas las virtudes cristianas de manera heroica, sobre todo la fe, la esperanza y la caridad, y todas aquellas virtudes humanas que dan elegancia a la caridad y la hacen entrañable en las relaciones: humildad, afabilidad, dulzura, ternura, misericordia, bondad, mansedumbre, paciencia, generosidad, gratuidad y benevolencia.

La Iglesia reconoció sus virtudes heroicas proclamándolo Venerable el día 21 de diciembre del año 2001.

Juan Nepomuceno Zegrí y Moreno, al bendecir a sus hijas mercedarias con el don de la caridad redentora, sembró con ellas semillas de amor liberador en los surcos del mundo.

La Iglesia reconoció en él un milagro de segundo grado, obrado en la persona de Juan de la Cruz Arce, en Mendoza (Argentina), al restituirle completamente el páncreas extirpado en una cirugía.

Su vida nos interpela y es un desafío a quienes seguimos su espiritualidad, no tanto por sus obras, sino por haber amado al estilo de Dios, sirviendo a los pobres el Evangelio de la caridad. Nos reveló que la ternura y misericordia divinas se encarnan en el corazón humano mediante el misterio redentor del Hijo, en comunión con Él.

Discipulado y Beatificación

El P. Zegrí vivió un profundo camino de discipulado:

  • Entregándose total y exclusivamente a Cristo, encarnando sus actitudes y sentimientos.
  • Perdonando a sus calumniadores, sin guardar rencor, tejiendo lazos de comunión, encuentro y fraternidad.
  • Ofreciéndose con Jesús en la cruz por el bien de la humanidad.
  • Amando a María, de quien estuvo siempre enamorado, diciendo su «sí» a Dios, a la vida, a la historia y a los más desfavorecidos.

Su beatificación, el día 9 de noviembre de 2003, nos introduce a todos en la merced de Dios, en ese espacio de gratuidad en la que Dios es jaris permanente, gracia liberada y redención de todo lo que oprime a los hombres y mujeres de hoy.

Dejemos que su palabra escudriñe nuestro corazón cuando nos dice:

«¡Cómo se llenará vuestro corazón, cómo os parecerá hermoso el día que podáis decir al terminarlo: “Hoy he curado esta llaga, he dulcificado tal desgracia, he enjugado las lágrimas de alguien que sufre con una palabra de consuelo”!»

Porque para el P. Zegrí, la caridad, que es Dios, nunca pasa. Él es testigo elocuente de que esta caridad resuelve todos los problemas sociales y traza el camino hacia la nueva humanidad. A él también confiamos la historia y la Iglesia de nuestro tiempo.

Vivir para amar

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Otros datos biográficos

  • Bautizado al siguiente día de su nacimiento en Santa Ana (Granada)
  • De ascendencia árabe y de familia bien acomodada
  • Excelente estudiante (colegio San Bartolomé y Santiago)
  • Realizó tres carreras (Derecho, Teología y Filosofía y Letras)
  • Estudió también en el Sacromonte
  • Ejerció varios cargos en San Bartolomé, además de profesor
  • Se ordenó sacerdote el 2 de junio de 1855 en la catedral de Granada.
  • Fue párroco en Huétor Santillán (1859-1864) y en Loja (1864-1869)
  • Perteneció a la diócesis de Granada y después a la de Málaga (1869), donde desempeñó múltiples cargos importantes.
  • Escribió 188 sermones que revelan un amplio bagaje cultural y una profunda fe en Dios y en la Iglesia católica
  • La vida le condujo por el camino de la santidad: A causa de una calumnia (1888), fue injustamente alejado de la Congregación (1895). Pero, ante ello:
    • Respondió con el perdón.
    • Confió plenamente en Dios.
    • Obedeció fielmente a la Iglesia.
    • Renunció a todo en bien de la Congregación.
    • Murió solo, alejado y rechazado a los ojos humanos.

Vida y Obra del Padre Zegrí